Por: Patricia
Barba Ávila
El pasado 15
de diciembre se llevó a cabo el Tercer Encuentro Nacional para la Unidad de las
Izquierdas en el Centro Médico Siglo XXI, Ciudad de México.
Este es un
muy encomiable esfuerzo más por lograr algo que a lo largo de varias décadas ha
sido imposible: que las distintas visiones de izquierda-entendiendo el término
“izquierda” como la lucha por la igualdad de derechos y la justicia social,
aunque cubre un amplio espectro de ámbitos de la vida de los seres humanos-
finalmente marchen juntas para el destierro del neoliberalismo, la versión más
depredadora y descarnada del capitalismo contra el que lucharon nuestros
antecesores.
Muchas
fueron las ponencias que se presentaron. Varias fueron las participaciones en
las que algunos compañeros hablaron de lo que ha venido ocurriendo con la
principal fuerza política que abanderó a nuestro actual primer mandatario,
Andrés Manuel López Obrador y a los diputados, senadores, gobernadores y
alcaldes que lograron llegar al gobierno. Otros, como la que suscribe, hicimos
hincapié en la profunda descomposición que impera en la actual partidocracia y
la problemática que ocurre dentro de lo que empezó siendo un movimiento y
pragmáticamente decidió participar en la contienda electoral de 2018 y, como
consecuencia, dejó de ser movimiento en lucha y cercanía con el pueblo y se
convirtió en una maquinaria electoral cuya dirigencia se encuentra en jaloneos
y enfrentamientos por conquistar posiciones.
La historia
de lo que ha ocurrido con partidos que nacen de la izquierda y terminan
aliándose con la derecha es clara al revelar que hay algo en la estructura y
leyes que regulan la actividad de partidos políticos y organismos electorales
que fomenta su corrupción. Sucedió con el PSOE en España, lo vimos en México
con el PRD cuya profunda descomposición lo condujo a su virtual desaparición y
hoy atestiguamos cómo Morena se encamina al mismo destino de no corregir sus
pasos y responder a una militancia de la que esperamos mucha más presencia y
demanda de congruencia, honestidad y transparencia por parte de sus dirigentes.
Una militancia que exija que los dineros que recibirán no sólo MORENA sino el
resto de la partidocracia, se inviertan principalmente en institutos de
formación política tanto dentro como fuera de ellos que han devenido en
franquicias para el lucro y la compra de conciencias, reconociendo que si bien
es cierto que la ciudadanía reaccionó aquél 1 de julio y envió un poderoso
mensaje a la archi-corrupta clase política, también es verdad que la propia
ciudadanía requiere de espacios de análisis y reflexión profundos. Sólo así
dejaremos de ser “fans” y “seguidores” de estrellas de la política para
convertirnos en auténticos partícipes de las decisiones gubernamentales que
transformen esta nación en una auténtica democracia.
Se requiere
de institutos y escuelas de formación de seres humanos que comprendan que el
acumular riquezas y bienes materiales a costa de lo que sea, no significa
triunfar ni realizarse en la vida, sino que el verdadero éxito consiste en la
búsqueda del crecimiento moral/intelectual que nos lleve al siguiente estadio
de verdadera evolución humana y humanista: el socialismo. Esto no significa que
cada persona no cuente con los satisfactores materiales necesarios para vivir
holgadamente y así poder dedicar sus esfuerzos al fomento del espíritu y el
intelecto, como lo estableció el inolvidable Ricardo Flores Magón. Precisamente
para ese fin se hacen las revoluciones.
La urgencia
de que se sustituya al INE y al Tribunal Electoral por organismos
auténticamente ciudadanos y sometidos a la vigilancia permanente por parte de
fiscales y monitores genuinamente independientes, junto con una radical
modificación de las leyes que rigen la actividad partidista y electoral se debe
a la certeza de que el actual andamiaje fue ideado en contubernio con el
Consenso de Washington y ejecutado en México por Salinas de Gortari
precisamente para poder entregar la riqueza nacional a la plutocracia
transnacional impidiendo la conquista del poder por parte de la ciudadanía, lo
que se traduciría en una verdadera democracia (demos: pueblo; cratos: poder).
Todos los
cochupos, fraudes y corruptelas desvergonzadas mediante los cuales pudieron
llegar a la presidencia auténticos hampones vendepatrias como Zedillo, Fox,
Calderón y Peña han sido producto de la complicidad entre los flamantes
consejeros del IFE/INE, las cúpulas partidarias y los potentados. Porque el que
me diga que la votación en el año 2000 no fue inducida mediante una gigantesca
mentira apoyada por el entonces IFE, respecto a Vicente Fox, no ha entendido
nada. Es decir, la historia reciente no sólo en México sino en otros países,
demuestra que las élites financieras que desean seguir deprendando los recursos
de los pueblos, cuentan con “think tanks” (grupos de expertos en conducta
humana) que estudian las debilidades y circunstancias específicas de cada país
y con base en ello diseñan estrategias para corromper a los partidos políticos,
especialmente los de izquierda y con ello facilitar su dominio de las riquezas
de los pueblos: políticas fiscales, laborales, económicas y electorales que
generen la faramalla de que es el pueblo el que elige a los presidentes,
gobernadores, etc., cuando éstos ya han sido “seleccionados” por dichas élites
para servir a sus intereses.
Genuinamente
espero no sólo que sigamos luchando hasta lograr que todas las izquierdas
caminemos juntas, sino que nuestros esfuerzos pasen por una integral modificación
del actual andamiaje político-electoral pues sin este imprescindible logro,
mucho me temo que será imposible conseguir la meta dorada a la que muchos
aspiramos: el salto al socialismo.
