Por Nael Ramírez Domínguez
Fuentes: Rebelión
Se acerca el día en que la mujer
comúnmente es «festejada» con flores y detalles, tanto en la familia como en
los centro de trabajo, sin quedar atrás claro, los eventos realizados por las
instituciones públicas, en donde reiteradamente evocan la importancia del
género femenino en nuestra sociedad, pero hasta ahí. La mujer es vista […]
Se acerca el día en que la mujer
comúnmente es «festejada» con flores y detalles, tanto en la familia como en
los centro de trabajo, sin quedar atrás claro, los eventos realizados por las
instituciones públicas, en donde reiteradamente evocan la importancia del
género femenino en nuestra sociedad, pero hasta ahí. La mujer es vista como un
elemento integrante de nuestra comunidad en roles de esposa o madre, en la
mayoría de las veces, un complemento en nuestra sociedad. Se nos oculta la
verdadera esencia del Día Internacional de la Mujer, un género activo,
forjadora de generaciones, creadora de riqueza y luchadora constante por la
transformación social, no sólo la de su género, sino el de la humanidad total.
El Día Internacional de la Mujer, va
más allá de rosas y claveles, es un día para conmemorar no al género en sí,
sino a las luchas históricas que han dado para arrancar los derechos que los
hombres de la clase trabajadora previamente habían conseguido, pero no sólo
eso, sino en la búsqueda de derechos propios, por necesidades únicas de su
naturaleza, como la incapacidad por maternidad, por ejemplo.
El ocho de marzo es un día en el que
las mujeres políticamente accionan o deberían accionar ante su realidad, pero
la decisión de valorar ésta fecha recae necesariamente en entender el carácter
político de su origen, por lo que es imprescindible recurrir a nuestra
historia.
El Día Internacional de la Mujer,
tiene sus orígenes en un contexto de florecimiento del capitalismo, en donde el
avanzado desarrollo tecnológico industrial aglomera en las fábricas de los
países desarrollados, tanto a hombres, mujeres y niños. La riqueza material era
producida en iguales circunstancias por ambos géneros, y prácticamente
aplicando la misma fuerza gracias a la maquinaria industrial. Pero esa igualdad
en la producción de riqueza no era reflejada en las relaciones sociales de
convivencia; la mujer era relegada de la participación política, de la igual
remuneración por el mismo trabajo, de la educación, de la seguridad e
integridad en el trabajo.
Ambos, tanto hombres como mujeres
eran explotados en jornadas laborales de diez o doce horas, sin ninguna
seguridad social, ni garantía de trabajo a futuro, a ambos obreros se les
expropiaban sus riquezas generadas; en estas condiciones surgen las luchas de
los trabajadores en general, ven la luz los sindicatos como instrumentos de
reivindicaciones económicas y laborales, así mismo los partidos de la clase
trabajadora socialistas-comunistas.
Ante la igualdad de producción en el
sistema económico y la desigualdad de garantías en las relaciones laborales,
las mujeres comienzan a organizarse para luchar por mejores condiciones de
trabajo, pero no lo hacen alejadas de los demandas obreras, sino que surgen
dentro de ésta clase, no podía ser de otro modo, así la participación sindical
abre paso a la abierta participación política, por el derecho a sufragar y
decidir su destino como miembros de una misma sociedad.
El surgimiento de la lucha feminista
está íntegramente ligado a la lucha de la clase obrera y a su movimiento
político por el socialismo, por lo que no es de extrañarnos que fueran las
mujeres socialistas de Estados Unidos quienes por primera vez en mayo de 1908
celebraran el Día de la Mujer, en Chicago, Illinois; pero fue hasta el año
siguiente, en febrero de 1909 en Nueva York en que ésta celebración se hace
nacional, tras una declaración del Partido Socialista de los Estados Unidos, como
homenaje a la lucha de las obreras textiles del año anterior, donde más de
quince mil trabajadoras marcharon por Nueva York en demanda de mejores salarios
y derecho al voto.
Las condiciones del sistema
capitalista eran similares en los países industriales, por lo que fue también
en Europa donde mujeres socialistas enarbolaron demandas de clase, como de
género. En 1910, se realizó en Capenhague, Dinamarca, la Segunda Conferencia
Internacional de Mujeres Socialistas, en donde más de cien mujeres representantes
de diecisiete países, demandaron el sufragio universal; en éste mismo evento la
comunista alemana Clara Zetkin, propuso ante el pleno que se declarara el día
08 de marzo, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la respuesta fue
unánime por parte de las asistentes al histórico evento.
La primera celebración del Día
Internacional de la Mujer Trabajadora se realizó el 19 de marzo de 1911, de
manera simultánea en Alemania, Austria, Dinamarca y Suecia, las celebraciones
fueron mítines de miles de personas que exigían el derecho al voto, derecho a
ocupar cargos públicos, al trabajo y a la no discriminación laboral. Exigencias
netamente políticas y sindicales.
En posteriores celebraciones en el
marco de la Primera Guerra mundial, las mujeres conmemoraron su día exigiendo
la paz, pero a ésta exigencia generalizada, se concretaba la exigencia de
justicia social, así en Rusia, el 03 de marzo de 1917 cerró la mayor fábrica en
Petrogrado, se lanzó a treinta mil obreros al desempleo, por lo que los obreros
anunciaron una huelga, ante esto el Estado respondió disparando a los
manifestantes; cinco días después, en el marco de la celebración del Día
Internacional de la Mujer, mujeres y hombres realizaron manifestaciones y
mítines que gradualmente aumentaron hasta producir la conocida Revolución de
Febrero, donde caería la monarquía zarista, desarrollándose así una lucha que
conduciría a la Revolución de Octubre, la primera revolución socialista en el
mundo.
Fue la Revolución de Octubre y la
consiguiente constitución de la Unión Soviética la que trajo los más avanzados
derechos para la mujer, así la comunista Aleksandra Kollontái, Comisaría del
Pueblo para la Asistencia Pública, sintetizó las demandas femeninas y logró que
la revolución socialista sentara las bases para la plena igualdad entre hombres
y mujeres en el trabajo y en la política, se crearon salarios de maternidad,
guarderías y hogares para los niños, lo que liberaba a las mujeres de la
actividad meramente del hogar, también y como gran salto de los derechos de la
mujer, se conquistaron el derecho al divorcio y al aborto.
Fue la Unión Soviética, el primer
país en institucionalizar el Día de la Mujer, y fue gracias a la lucha
incansable de mujeres y hombres que lucharon en igualdad de condiciones por una
revolución socialista. Hoy día ésta fecha es ya conmemorada en todo el mundo,
pero sin duda alguna, son los países socialistas como Cuba, Corea del Norte y
los antiimperialistas como Venezuela, Ecuador, Vietnam, Bielorrusia y algunos
otros, los que realmente garantizan el pleno derecho de las mujeres, no sólo en
leyes, sino en la vida real y concreta, con grandes similitudes como lo que un
día fue la Unión Soviética.
El Día Internacional de la Mujer, no
es un día para festejar con rosas y claveles, es un día para conmemorar y tomar
conciencia que tanto mujeres y hombres, tenemos la responsabilidad de luchar
juntos por igualdad de condiciones en nuestros desarrollos tanto individuales
como colectivos y esto solo será posible si nuestro accionar es político,
eliminando los paradigmas del sistema capitalista, que todo convierte en
mercancía; así lo hicieron las precursoras del feminismo en el florecimiento
del capitalismo, así tendremos que hacerlo en el ocaso del capitalismo.

